La inteligencia artificial (IA) está transformando la vida cotidiana. De ser un objeto del ámbito académico, ha pasado en pocos años a convertirse en una cuestión diaria. Además, se ha convertido en uno de los principales motores de inversión a nivel global. Solo en el índice S&P 500, la capitalización bursátil de las empresas vinculadas a la IA creció en 12 billones de dólares desde 2022, es decir, 12 millones de millones. Pero hay una dimensión menos visible en este fenómeno, que la Agencia Internacional de Energía (IEA) ha decidido colocar en primer plano, la relación entre energía e IA. En el recién salido informe especial “Energy and AI” ofrece un análisis exhaustivo y por demás pertinente sobre cómo esta tecnología, que suele pensarse como algo abstracto tiene implicancias muy concretas para los sistemas energéticos del mundo.
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